FIEBRE AMARILLA
La fiebre amarilla es transmitida al ser humano por la
picadura del mosquito Aedes aegypti y otros mosquitos de los géneros Aedes,
Haemagogus y Sabethes, que se encuentran generalmente a menos de 1300 metros
sobre el nivel del mar, pero Aedes han sido hallados ocasionalmente hasta los
2200 msnm, en las zonas tropicales de América y África.
El rango de huéspedes del virus es estrecho y se mantiene en
la naturaleza entre primates y mosquitos hematófagos de los géneros Aedes y Haemagogus
en África y Sudamérica respectivamente, con transmisión transovárica entre
estos vectores. Esto es lo que se llama el «ciclo selvático de la fiebre
amarilla». Los seres humanos son infectados ocasionalmente por mosquitos de la
selva que previamente se han alimentado de un primate infectado, y luego pueden
convertirse en huésped para la transmisión interhumana urbana, principalmente a
través del Aedes aegypti, una especie que se desarrolla en recipientes que
contienen agua dentro de moradas o en las cercanías a ellas. Este es el «ciclo
urbano de la fiebre amarilla».
La gran mayoría de los casos de enfermos y muertos por la
fiebre amarilla ocurre en el África subsahariana donde es un problema grave de
salud pública que se presenta con un patrón epidémico. 610 millones de personas
distribuidas en 32 países de África están en riesgo de contraerla. La
enfermedad es endémica en varios países de América Central, Sudamérica y el
Caribe. Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela son los países con
mayor riesgo.
La enfermedad puede permanecer localmente desconocida en humanos por extensos períodos y súbitamente brotar en un modo epidémico. En Centroamérica, Venezuela y Trinidad, tales epidemias se han debido a la forma de la enfermedad (fiebre amarilla selvática), que permanece viva en la población de monos aulladores y es transmitida por el mosquito Haemagogus, el cual vive precisamente en el dosel forestal de las selvas lluviosas. El virus pasa a los humanos cuando las selvas altas son taladas. Los obreros forestales pueden entonces transmitir la enfermedad a otros, iniciando así una epidemia.
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